domingo, 8 de junio de 2014

BEATIFICA INSTANCIA DE LLUVIA


Llueve sobre los hinojos y los techos de las curtiembres, también sobre últimas rosas del jardín, llueve en los reflejos de los charcos con la cadencia de un otoño desgatado que se rinde a las ventoleras del invierno bienvenido porque vendrás humedecida entre tus muslos marmolados a recrear el tiempo de los húmedos caracoles. Yo dejé que tus ojos me abrumaran de insistencias, dejé que tu boca me mordiera de silencios la brevedad de tu paso incendiado, dejé que me disolvieras en el hastío feroz de otra piel que no fue la tuya, pero ya verás como te vuelvo pensar hasta romperte otra vez con mis ternuras en esa locura confusa que florece entre la mustia realidad y las provocadoras fantasías. Y ahí estás para siempre de perfil perfilada en el rosado nacarado de tus uñas mientras me imagino reencarnado en el metal de esa cadenita y ese colgante que se entibian felices en su escote mecido por tu tranquila y dulce respiración. Llueve con misteriosa certidumbre, con tanta ternura y contenida pasión que percibo en mi cuerpo aterido que el destino no podrá evitar ese soñado encuentro premeditado, que ha de haber un parque y un café en algún sitio esperándonos para ir a escribirnos una erótica leyenda en la piel y dejar las callecitas anegadas de nosotros. Llueve mientras evadido vago por tus lujuriosas sinuosidades y en una ensalivada guirnalda uno uno a uno tus pezones con mi sedienta boca ávida de ti antes de ir a urgir de hambrientos lamidos el triangulo invertido de tu pubis. Y todo sucede porque la lluvia va confundiendo y trastrocando lo soñado con lo vivido para que evadamos a través de estas delicadas y deliciosas sensaciones la burda y mísera cotidianidad del día. Llueve, entonces sé que no huirás de mí ni yo tampoco dejaría que te me escaparas, porque jamás podrán extirparme de ti, porque te habito como un libidinoso parásito aun más adentro de ti misma, allá por las oscuras honduras donde nadie, nadie, ha llegado nunca, y sé que tú lo sabes y lo sientes cada vez que tu cuerpo desnudo se repite para mí en los espejos de la lluvia.

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