La enmascarada
condesa sin condado, la mujer oculta entre pieles salvajes; leopardos,
panteras, leones, un gatito chiquito, ellos hacen más rápida la espera. Reboza
mi piel ansiosa, suavemente me abrazo a tu magia abrasadora, rojo calor
traspasa mi piel ansiosa y el sentir del alma. Me acaricias arrastrándote por
mi piel como babosa adherida a mis surcos provocándome placer. Gimo extasiada
susurrándote, deseándote, no detengas tu ruta por los recovecos plenos de
deseos, bebe la humedad que provocan tus labios recorriéndome insistente, busca
el botón rosa anhelado, sube a mi deseo, galopa en mis sueños, cabalga sobre
las fantasías, bebe de mi locura. Declama tu prosa barroca sobre mi otoño
incierto, has viva tu palabra sobre mi deseo, has un diluvio con tus fantasías,
déjalas caer sobre mi necesidad de tu fuego. Devórame con tu ansiedad, con esos
deseos tuyos que me placen excitándome cada vez que me sueñas. Estoy
esperándote mientras miro la fantasía de los barcos anclados a la entrada del
mar, cierro mis ojos soñando con aquella primera vez. Te cerco en las comarcas de las
pieles feroces, desnuda de bruces oculta en la penumbra del atardecer lluvioso,
te miro hambriento de tus carnes altivas, de la lubrica suavidad de tus íntimos
territorios, de la soberbia elevación de tus nalgas, del nácar tibio del
interior de tus muslos, del cobijo perverso de tus axilas. Acudo solemne a la
obligatoriedad sensual de besar tu cuello ensalivándolo, de surcar tu flor
abierta con el canto de mi mano restregando los pétalos vúlvicos y el rosado y
tierno capullo clitoriano para escuchar tus gemidos susurrados desde la
excitada trama de tu cuerpo incendiado. Escalo tus ansias de hembra abarcante,
galopo por el secreto jardín de tus fantasías, te cabalgo como rígido potro
empalmado en tu bocabajo de mullidas dunas incitantes, tumbada y atrapada en la
dulce bestialidad de sexuales incontinencias. Derramo mi barroco verbal sobre
tus fogosas intenciones devorando los mórbidos pliegues de tu vulva que se
sueña penetrada por dedo lengua falo en los túrgidos protocolos de la voraz
copulación iluminada por las luces lejanas de los barcos en la rada de oscuro
terciopelo.
Nota.- En cursivas, la Comtesse, en sus palabras e intención.
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