"Afuera la
noche es gobernada", René Char, 1938.
Ya siento la perturbadora sensación de la
fina telaraña que va enredando envolviendo aprisionando mi tímida desnudez de
sirviente ya abusado y por abusar, atrapado en las delicadas sedas ardientes de
la lujuriosa medusa tutelar, sé que urde en las húmedas penumbras carnales de su
rosa de cuatro túrgidos pétalos violáceo rosados la pervertida servidumbre a la
que me someterá cuando el nocturno nos borré del día y solo seamos sombras
dormidas para los alguienes que nos atan a los soles de sus mustias rutinas del
abandono. Juré con sangre por la porción de Sangre de mi sangre más sagrada que
mis labios se sellarían de palabras hasta la negada e imposible eternidad para
poseer el privilegio de desnudarla con la sensual y erótica parsimonia de quien
a extraviado la esperanza en un espera insoportable, para acariciarla con el
vaho de mi aliento al deshojarla de las sedas de sus enaguas y de su
inquietante corsetería, para tocarla apenas con las yemas estremecidas de mis
dedos herejes, para que ella en tanto lama la sal de mi piel hasta sentir que
estoy tan duro erecto erguido que no soporte la espera de su venia mayestática
y pene-trarla en un envión bestial cambiando su rol de so-metedora a violada
abusada, para entonces, al fin, como en un delirio de un sueño en un sueño
eyacular mi licor seminal en la intensa flor abierta de su pubis y embriagarla
de tal manera que olvide entre mis brazos su esencia natural de altiva dama
impoluta y se vierta en mí esplendorosa como una perfumada meretriz babilónica,
y vuelva a ser virgen milagrosamente otra
vez por la virtud absolutoria del sueño (i).
(i) Amorosa anticipación. Jorge Luis Borges.
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