Froto suavemente, en una caricia total y
continua que me permite reconocer todo tu cuerpo. Aplico un poco de gel
perfumado en mis manos y las froto, luego coloco mis palmas y dedos relajados
sobre tu espalda. Deslizo mis manos suavemente hacia abajo, hasta tu baja
espalda, justo antes de llegar a los glúteos y regreso nuevamente hacia arriba,
a la altura de tu nuca. Trato de ubicar los nudos de tensión en tus hombros y
parte superior de su espalda, de manera sutil, y froto allí suavemente, sin
perder el contacto sensual. Si levanto una mano, mantengo la otra sobre tu
cuerpo, de manera que siempre se mantiene nuestro contacto físico. Así te
sentirás siempre acechada y deseada. Amaso sensualmente con un movimiento
enérgico, como si estuviera amasando greda. Así te voy liberando la tensión
acumulada, especialmente en las áreas de tu cuerpo que tienen músculos grandes,
como la espalda, los glúteos, los muslos y las pantorrillas. Vuelvo a aplicar gel
en mis manos y te sigo amasando con cuidado e intención. Alterno mis manos,
presionando, empujando y levantando tu piel. Presiono seductoramente áreas
pequeñas y específicas, lo que te genera una sensación muy relajante y
placentera. Presiono la zona con la yema del dedo pulgar y hago movimientos
rotatorios para que el masaje llegue hasta las zonas más profundas y liberen tus
tensiones con gentileza. Este tipo de fricción tiene un efecto analgésico y te
estimula la circulación de la sangre. Siento que la zona que mejor responde
eróticamente a este contacto son tus glúteos que se levantas instintivamente al
paso de mis manos. Entonces me detengo, enciendo un cigarrillo y me voy al
living a fumar asomado en la ventana mirando las imaginarias luces de los
imaginarios barcos de la noche.
domingo, 29 de junio de 2014
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