jueves, 3 de julio de 2014

AGUAS VIVAS


Tú te ibas soñando por una solitaria playa caribeña con traje de baño café, una camisola traslúcida y una capelina de paja, caminando por la orilla de las arenas con el mar besando tus pies y el sol del mediodía acariciando tus brazos para conocer el sabor salado de tu piel. Y me ibas soñando por esa misma playa buscando tu escote para confirmar la pequeña línea esa y saber que eras tú por el colgante de metal color plata y la piedra calipso o turquesa. Yo iba de guayabera y pantalón blancos, nada más, fumando, y con la vista baja buscando caracolas. Y yo fui, en mi sueño, el agua y la sal que acariciaron tus pies cuando caminabas por esas doradas arenas de tu sueño, y subí por ti como tibia agua fluida, sumergiendo tus tobillos pantorrillas muslos glúteos pubis vientre estomago pechos hombros cuello. Sumergí en mis aguas tus ingles escondidas, empapé tu vulva, mojé tus vellos púbicos para convertirlos en tiernas algas impúdicas, inundé tu ombligo, humedecí tus pezones en voraces oleajes abrasadores, cristalicé sal marina en tus axilas, y anegué tu boca con la saliva ardiente de mis besos. Y me detuve antes de sobrepasar tu nariz para no quitarte el aire y ahogarte en las lujuriosas aguas de mis deseos de ti. Tú hiciste como que no me conocías para que te sedujera en palabra viva lentamente por el borde del atardecer y después llevarte dormida por la cálida extensión del nocturno, pero te confieso que lo único que yo deseaba fervientemente era enredar mis dedos en tu pelo ensortijado que vi mientras bebías cerveza en la penumbra.


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