Tú te ibas soñando por una solitaria playa
caribeña con traje de baño café, una camisola traslúcida y una capelina de paja,
caminando por la orilla de las arenas con el mar besando tus pies y el sol del
mediodía acariciando tus brazos para conocer el sabor salado de tu piel. Y me
ibas soñando por esa misma playa buscando tu escote para confirmar la pequeña línea
esa y saber que eras tú por el colgante de metal color plata y la piedra
calipso o turquesa. Yo iba de guayabera y pantalón blancos, nada más, fumando,
y con la vista baja buscando caracolas. Y yo fui, en mi sueño, el agua y la sal
que acariciaron tus pies cuando caminabas por esas doradas arenas de tu sueño, y
subí por ti como tibia agua fluida, sumergiendo tus tobillos pantorrillas muslos
glúteos pubis vientre estomago pechos hombros cuello. Sumergí en mis aguas tus
ingles escondidas, empapé tu vulva, mojé tus vellos púbicos para convertirlos
en tiernas algas impúdicas, inundé tu ombligo, humedecí tus pezones en voraces
oleajes abrasadores, cristalicé sal marina en tus axilas, y anegué tu boca con
la saliva ardiente de mis besos. Y me detuve antes de sobrepasar tu nariz para
no quitarte el aire y ahogarte en las lujuriosas aguas de mis deseos de ti. Tú
hiciste como que no me conocías para que te sedujera en palabra viva lentamente
por el borde del atardecer y después llevarte dormida por la cálida extensión
del nocturno, pero te confieso que lo único que yo deseaba fervientemente era
enredar mis dedos en tu pelo ensortijado que vi mientras bebías cerveza en la
penumbra.
jueves, 3 de julio de 2014
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