Una arruga del
tiempo de despliega para tenderse entre las piernas de una mujer. Una mujer con
las piernas abiertas, los genitales hinchados, las manos reconociendo lo que
apenas pueden ver, convocadas como por un imán hacia el centro del placer. Marta
Dillon.
Verte hembra voluptuosa, juguetona,
regalándome tu risa coqueta tu largo pelo negro negro oleaje detrás del vidrio
que imaginario nos separa de la caricia, verte azuzando mis deseos, te desatas
como nunca antes, aflora tu cuerpo desnudo desde el body negro como una
ardiente mariposa excitada de su casto capullo, veo tus tetas grandes,
ampulosas, tus pezones rosados ya erectos, esa sola visión ya me arde en mi
verga que inicia el rito de la soberana erección, chupas tus pezones, me
excitas, te recuestas en el lecho, tu vulva se me viene de bruces al deseo, me
excitas, tu dedo hurga en ella buscando los recovecos de tus lujurias, me
excitas, de nuevo tu rostro con tu risa pícara, tu lengua recorriendo tus
labios, en los ojos el pecado que no adivino, me excitas, aparece en tu mano el
dildo inimaginable, me lo muestras ufana como un regalo, un trofeo o un fálico
ídolo manual, imponente, grueso, largo, anatómico, lo mamas, lo chupas, besas su
glande, lames su tronco, me calientas, me obligas a iniciar la masturbación
anhelante ente el asombroso e inesperado espectáculo de tu boca entregada a una
desenfadada, exhibicionista felación, me calientas, ahora llevas ese pichulón
impresionante a tu vulva hambrienta, que la surca, la punza, la abre
penetrándola, me calientas, me pajeo desesperado sin controlarme, hasta que
cuando el prominente consolador ha penetrado completo en su chucha que ya gotea
su néctar sexual, me calientas, eyaculo mi denso semen en un intenso goce por
ti. Sigues, deliciosamente burlona, lo vuelves a mamar, a chupar, a lamer, lo
vuelves a insertar en tu vulva desesperada, te lo penetras, te lo entras, te lo
sacas, te retuerces sobre el lecho, yo mirando extasiado como en un sueño
pornográfico dentro de otro sueño erótico, aceleras el vaivén, de pronto te
tumbas hacia un lado, aprietas tus muslos, orgasmas ahí, desesperada, detrás
del vidrio transparente, me calientas casi hasta el borde de otra eyaculación,
te veo hembra voluptuosa, saciada, transpirada, con tu risa coqueta tu largo
pelo negro negro tomado atrás con tu mano buscando la frescura detrás del
vidrio que imaginario no nos separa en los goces de tu orgasmo dildeado, de mi
masturbatoria eyaculación. Sonríes sensual, relajada, surgen instintivas las
voces del Amar como palomas buscándose entre los vahos del sexo consumado,
comienzas a vestirte, de pie, desnuda otra vez, veo tu cuerpo maduro, tus senos
mullidos, tus pezones oscuros, tu axila, te me vas yendo hacia otro sueño donde
te beso esos labios chupones, donde hundo tiernamente mis dedos en tu negro
largo pelo azabache, en ese sueño nos quedamos abrazados por siempre en la
misma tibieza.
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