Me dijo que esperara unos minutos mientras se iba a cambiar. Volvió con una bata amarilla,
se le marcaban los pechos perfectamente y llevaba al descubierto el canalillo
entre su escote. No llevaba sostén, se marcaban perfectamente los pezones. Para
no llevar nada, sus tetas se mantenían majestuosas, no se le veía ninguna marca
en la cintura así que deduje que tampoco llevaría bragas. Caminó como una gata
contoneándose y se acercó a mí. Tener aquella hembra paseando delante de mí me
estaba poniendo nervioso. Se me estaba erectando el falo por puro instinto. Mientras
se sentaba a mi lado, se inclinó hacia adelante para recoger algo del suelo
pero yo creo que lo hizo sencillamente para provocarme, enseñándome su tetamenta.
Me miró sonriendo pícara mientras me subía la mano por la pierna hasta tocarme
el bulto. Mi pene estaba que se salía del pantalón y luchaba encerrado en el
marrueco. Me beso y su lengua entró en mi boca como un huracán, estaba claro
que aquella mujer dominaba la situación y sabia lo que hacia. De un beso
pasamos a otro, yo directamente la abracé y le bajé la bata liberando sus
pechos. Los chupé con devoción. Con una mano me iba masajeando el miembro por
encima del pantalón. Se agachó y me desabrochó los pantalones, los dejó caer
hasta el suelo. Mi verga ya erectísima salió bruscamente golpeando su cara. Se
la trago enterita, y ella solita iba moviendo la cabeza desde el principio del glande
hasta enterrarlo completamente dentro de su boca. No olvidaba de ir masajeando suavemente
los testículos. Mi verga se lubricaba con su saliva y brillaba reluciente.
Aquella hembra era sexo en estado puro, y yo estaba que explotaba. La tumbé en el
sofá, tenía el pubis no depilado, con una trama de pelitos, suaves y sedosos y
me lance a lamer su coño. Pensaba lubricarlo, pero sus propios jugos ya le
chorreaban por las piernas. Así que dirigí mi miembro directamente a su vulva y
la penetré de un golpe. Ella gimió. Empecé un vigoroso mete y saca cada vez más
rápido. Me pidió que le chupara las tetas mientras la poseía. Tenía los pezones
completamente en punta y yo seguía bombeando sin parar. Ya no podía aguantar
más. Lanzamos unos largos quejidos al unísono. Chorreos de semen se escurrían
por sus muslos. Yo me quede dentro de ella un rato disfrutando del momento.
Esperé a que mi pene perdiera su rigidez para sacársela.
lunes, 14 de julio de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario