¿No esperarás irte ya?, dijo esto mientras me
cogía la polla aun blanda con la mano. Necesitaba un poco más de motivación, y
se la volvió a meter en la boca. Tenía restos de semen, pero no le hizo ascos y
empezó a dejarla bien limpia. Con una mano iba acariciando las bolas y la otra
sujetaba mi verga. La mano que acariciaba los testículos fue avanzando para
acariciar mis glúteos, pasó los dedos por la raja de mi culo y dibujó el borde
del sensible esfínter. Después introdujo medio dedo dentro de mi estrecho
culito, aquello disparó como un resorte mi pene y volvió a su rigidez máxima. Con
mis manos acaricie sus senos globosos, los masajeé, los estrujé. Fui bajando
mis manos por su espalda, agachándome hasta llegar a sus glúteos. Esto expuso
mi flor del sur, que ella aprovecho para acabar de hundir su dedito. Fue una
extraña y deliciosa sensación, que se hizo aun más voluptuosa y distinta al
sentir que iba dando vueltas en círculo con su dedito en mi ano. Empecé a
acariciar la raja de su culo y me chupe un dedo y se lo metí en el culo sin
avisar. Me dijo que tuviera cuidado porque hacía mucho que nadie la visitaba
por ahí. A mi me entró el morbo y decidí seguir explorando. Ensalivé un segundo
dedo y se lo introduje junto al primero. Adivinando lo que pretendía salió y
volvió con un frasquito de aceite. Con un dedito se unto su esfínter y me puso
aceite en mi pene, frotando arriba y abajo, luego se puso a cuatro patas ofreciéndome
el culo. Me coloqué detrás suyo y situé mi verga en la puerta de su hoyito anal.
La florcita era estrecha, se ajustaba perfectamente a mi verga. Ya no la
escuché cuando me pidió calma suplicando, solo quería sodomizarla con fuerza. Mi
falo avanzaba lento pero firme. Noté
como mis bolas chocaban contra sus nalgas, había entrado toda. Me quedé unos
segundos esperando a que se le dilatara el esfínter. Me dijo que no esperara y
que le reventara el culo de una vez. Eso me excito aun más y empecé a bombear
sin parar, con rabia, con fuerza. Mi verga salía para volverse a hundir hasta
la empuñadura. Con mis manos estrujaba sus tetas. Me avisó que iba a acabar así.
Hundí mi verga hasta el fondo e inunde
su estrecha cavidad de semen caliente. Caí derrumbado a su lado. Suspiramos y nos tomamos un respiro. Me vestí y le di un lago beso. No la volví a
ver. En todo caso fue un verdadero placer.
lunes, 14 de julio de 2014
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