martes, 29 de julio de 2014

WhatsApp (Palimpsesto y collage)


Se decide a revisar el anónimo mensaje. Era una fotografía. La imagen de un pene estéticamente perfecto, el glande cubierto hasta poco más de la mitad por un grueso prepucio rosado y una vena que iba de la base a la mitad del tronco. Sin pensarlo, responde con otra imagen, sus pechos cubiertos por su brazo en el espejo lejano. Después de diez minutos, recibe otra imagen, esta vez es el perfecto glande color rojo brillante al descubierto. Continuó la charla silenciosa y vulgar por el resto del día, cada imagen de él más reveladora que la anterior, siempre su verga desde distintos ángulos y enfoques. Ella, en cambio, muestra fragmentos de su piel inidentificables, un acercamiento de su muslo, su escote hasta el borde mismo de sus pezones, sus piernas desde arriba con el primer plano de sus breves bragas cubriendo su pubis, sus labios entreabiertos, su ombligo. Al anochecer, ya acostada, otra imagen, su silueta desde abajo, sus piernas cubiertas de vello y la mitad de su cara cubierta, a causa de la perspectiva, por su enorme miembro erecto. Ella sin pensar, con la vista fija en ese miembro imponente, desliza sus dedos por su vulva y comienza a friccionar de arriba para abajo y mientras más lo hace más la atrapa la sensación. Empieza despacio y luego más rápido hasta que siente que viene el orgasmo y termina de masturbarse furiosamente sumergida en una sensación eufórica y apasionada. Siente como una contracción casi dolorosa en su vulva que le hace cerrar los ojos y gemir arrastrada por una ola de placer desde la punta de su cabello hasta los dedos de los pies. Se queda quieta respirando agitada por varios minutos, Ya más relajada se dirige al baño, se mira al espejo, y entonces se decide, toma el celular, saca primero una foto de su sexo en penumbras, después su vulva iluminada, completamente depilada, abierta, aun humedecida, abre la aplicación y presiona “enviar”.

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