Tú estás tumbada encima de mí, con tu lengua molusco
conquistando mi abdomen, mi miembro está ya a punto, erguido y duro, y tú estás
anegada por las caricias de mis labios y mis impúdicos dedos que ya exploraron
curiosos las suculentas algas de tu vulva. Llevas tus labios a mi cuello, me
muerdes suavemente la oreja. En un repentino movimiento mis mojadas manos
aprietan tus caderas, Te muerdes el labio inferior y me agarras la verga
apretándola. Marcas el ritmo de mis caderas con tus manos. Levantas tus caderas,
provocativa, haces caóticas curvas con tus caderas incitando a mi pelvis a
estrellarse contra ellas. Agarro tus nalgas con ambas manos. Tomo tu cuello con
una mano, lo empotro contra la almohada y bailo. Bailo con compases rápidos,
guiados por tus gemidos. Acerco mi boca a tu oído y te susurro palabras sucias,
soeces, vulgares. Te sientas encima de mi vientre, agarras mi pene y lo
induces, lo diriges, lo hundes entre tus mojados y ardientes labios verticales,
cual navío naufragado en el fondo de tu mar. Tus caderas hacen los círculos del
deseo, los círculos que circunnavegan la cópula. Tus manos se apoyan sobre mis muslos,
impulsando tus nalgas hacia arriba y sometiendo a mi verga endurecida a un duro
castigo penetrante y placentero. Tu cabello ondea al viento como un velamen
majestuoso, untas tu dedo en tu sexo y me lo haces chupar, siento la sal de tu
oleaje en mi boca y pierdo el timón, el rumbo, la navegación, eyaculo moviendo
mi pubis hacia arriba, desesperado buscando con mi mástil la hondura marina de
tu vagina, anego tu sexo con mi semen que se devuelve en contramarea humedeciendo
mis vellos púbicos, un casi imperceptible hálito marino me lleva a tus arenas
con la laxitud de un naufrago ya cansado de nadar en tus espumas.
sábado, 26 de julio de 2014
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