(Versión actualizada
y/o expurgada)
Buscaré tu piel, toda extensa y
desnuda, su calor embebido y su tierna impudicia, para escribir en ella con la
puntita de mi lengua un poema que vaya desde tu frente en el borde de tu pelo
hasta la puntita misma de tus pies, desde tu cerviz coronada hasta tus mismos
talones. Un poema escrito con la tinta ardiente de mi saliva, lujurioso e
inquietante, sexual y sensual, con punzantes versos penetrantes allí en tus
rincones, con húmedas y lamidas palabras en tus breves y erectas cumbres
carnales. Un poema que sea como el amor de los caracoles y te envuelva en las
babas y espumas de un sexo primigenio, ancestral, un poema de delicadas
perversiones que desmembre y fragmente tus deseos con la turbia densidad
onanista de un ansioso poeta en celo. Escribiré una oda en tu sexo, en tu
vúlvica orquídea rosada, la escandiré susurrante en tu trémula vagina, beberé
allí ebrio de ti los néctares del rito poético, los brebajes que silencian las
palabras en el dulzor hondo de tu cuerpo, hurgaré con mi nariz buscando el
verbo en tu aroma, desataré mi fálica escritura en ese sensible palimpsesto
para borrar todos los vestigio de otras voces que no cantaron como yo cantaré la
tersura lujuriosa tu piel. Iré a tu alcoba a tu lecho a tu desnudez inquieta a
tus fuegos húmedos a tus ansias entreabiertas a tus deseos florecidos a
morderte los pezones a besarte la boca a lamer tu sexo en su aroma de hembra a
hundir en ti mi erecta virilidad a penetrarte con ternura a pervertirte poseída
desde el susurro hasta el grito a entrar al fin fusionados en el buscado
paraíso, iré. Te perseguiré por todos los sueños, aullaré en todos los bosque
que guarda tu memoria, navegaré en todos los mares que has visto y también en
los charcos y arroyos y ríos, y encallaré en sus arcillas o sus arenas buscando
las plantas de tus pies para poseerte desde allí subiendo a lamidos y besos
hasta tu alta frente y tu pelo ensortijado. Te morderé la boca para demarcar
mis territorios, te morderé los pezones para hundirme en ti como un niño
sediento, te morderé los pétalos de la flor de tu sexo para que me sientas
macho en ti, te morderé el botoncito sensible para urgirte un orgasmo salvaje y
libar tus jugos como un sátiro pervertido, hasta te morderé el lóbulo de tu
orejita derecha para que al fin conozcas de lo terrible de mis ternuras.
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