martes, 15 de julio de 2014

TENTATIVA DE INMORTALIDAD (Collage y palimpsesto)


“En el octavo día, Dios hizo el porno”. Simón Posada Tamayo.

El sexo es sucio. Debe serlo, casi por definición. Para que el sexo funcione, debe haber al menos un razonable intercambio de fluidos. El sexo es sudor, piel, olores que no se encuentran en frascos caros de perfumes. Es soltar la lengua y la nariz para que recorran lugares lejanos, intersticios oscuros, soltar el instinto con absoluto descaro. El sexo es carne expuesta, intemperie contaminante en la que el otro nos desborda inundándonos con todo aquello que de él emana, se desprende, se ofrece en desparpajo. Cualquier temor imposibilita la sorpresa y la espontaneidad, y a medida que se resguarda el yo persona, el instinto es salvajemente sometido y el sexo se convierte en una estampita mal impresa. De ahí, que más allá de las convicciones y de lo que creamos profundamente, hay que dejarse caer en ese impulso absolutamente contaminante, sucio, inmundo, hediondo, decididamente nulo de higiene pero colmado de asombro y de vida. Todos los actos eróticos son desvaríos, desarreglos; ninguna ley, material o moral, los determina. Son accidentes, productos fortuitos de combinaciones naturales. Su diversidad misma delata que carecen de significación moral. No podemos condenar unos y aprobar otros mientras no sepamos cuál es su origen y a qué finalidades sirven. La vida es corta. Rompe las reglas, perdona rápido, besa lento, ama de verdad, ríete sin control y nunca dejes de sonreír, por más extraño que sea el motivo. Se más libre, menos trancada, menos perseguida, mas abierta... de mente, mas cercana y amiga, mas comprensiva, mas juguetona, no tan seriota ni tan beata, menos cuidadosa, mas arriesgada, en fin, más hembra, menos señorona. Puede que la vida no sea la fiesta que esperábamos, pero mientras estemos aquí: bailemos!

Cómplices involuntarios: Jorge Navone, Octavio Paz.


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