domingo, 27 de julio de 2014

ANTES DE DORMIR


“ya habrás comprendido el significado de todas las Ítacas.” Ítaca. Constantinos Cavafis

Derramo mi denso líquido lunar en la húmeda cavidad solar de tu pubis, oblicuo sobre tu cuerpo en su desnudez de luz y sombra. Extiendo mi deseo beso a beso en los áridos pedregosos de tu espalda, en tus muslos basálticos, en los territorios de tu vientre, en su porción de lujuria y su condición de flor recipiente. Me vierto en derrames, quemando tus pechos, tus pezones, fluyo por el declive que lleva a tu sexo, por el valle que baja hacia la cañada del esparcido desespero. Orgánico y batiente, por puerta o ventana entraré por ti en el filo de la medianoche, con tu reflejo en los ojos, y las manos angostas con tierra y agua para sembrarte en el silencio, oculto, subdividido en fragmentos para que alguien no sepa que me voy derramando en ti. Copulamos en la tibia ceguera del nocturno, nos apareamos como salvajes siluetas en las viscosas penumbras, fornicamos en pecado concibiendo los paraísos detrás del muro de la madrugada, inconclusos y eternos, ayuntados en el sueño de besarnos solitarios tomados de las manos en un parque de fuentes, estanques y estatuas. Te cubro lobo macho con tu boca mordiendo la almohada mientras la opacidad del insomnio nos derrama en su lúbrico brebaje. De cauce y vertiente, de lamidos y succiones, se desata la albura en tus sábanas, de sudorosas trabaduras y tiernos entreveros por la secreta infidelidad de escarabajo y libélula. Rebosa en mi copa el vino dulce de tu vendimia, se desborda y se vierte, derramado.



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